“Oye, hijo mío, el silencio. Es un silencio ondulado, un silencio, donde resbalan valles y ecos y que inclina las frentes hacía el suelo.”
(F.G. Lorca: El silencio. Poema de la siguiriya gitana)
Las palabras influyen, afectan profundamente a la mente, ya sean habladas o escritas, su influjo es poderoso. Aunque lo que se diga a los demás es importante, es aún más relevante lo que nos decimos a nosotros mismos, aquello que nos reiteramos a lo largo de los días. La función de un mantra es la de trabajar con una secuencia de palabras o con una única palabra como fórmula positiva, ayudando a liberar o proteger la mente. Se cantan con sus reglas de entonación y rítmicas que son el principio del canto védico y parte del vasto sistema de los Vedas (las escrituras más antiguas encontradas en la historia de la humanidad) que incluye el Yoga y la Ayurveda.
Las prácticas de yoga y de Chi-kung que realizaremos se orientan al desbloqueo energético de los órganos principales. Así mismo, realizaremos ejercicios respiratorios que ayuden a crear las condiciones de menor esfuerzo del aparato fonador y una mayor conciencia corporal. En una segunda fase el trabajo nos centraremos en la resonancia, la proyección y la expansión.
A menudo no somos conscientes de que el cuerpo tiene sus propios mecanismos para auto-regularse, y de que desgraciadamente lo interferimos. Si queremos corregir este bloqueo energético, en primer lugar tenemos que restablecer el equilibrio en nuestro sistema de energía sutil y en la corriente de energía natural a través de lo físico. El sonido y la música constituyen la forma más efectiva y simple para restablecer dicho equilibrio. Trabajar la voz es retro-alimentar a la persona en todos sus aspectos intrínsecos, especialmente en la esfera de la autoestima y de la comunicación. Aristóteles en la antigua Grecia, ya exponía y defendía que la música producía efectos catárticos en un trauma emocional. Platón recetaba música y danza para sanar situaciones de angustia y promulgaba que “el regalo de la música lo había recibido el hombre no para danzar y bailar sino para calmar el alma”.